FAUNA DE ANDALUCÍA
El Sapo común – Bufo spinosus – pertenece a la gran orden de los Anuros.
Antiguamente se encontraban clasificados dentro de la especie Bufo bufo.
Tras las últimas investigaciones gran parte de los anuros que viven en Andalucía, el norte africano, la Península y el sur francés han dado lugar a catalogarlos dentro de esta nueva especie.
Son sapos grandes, macizos y corpulentos.
Los machos pueden llegar a alcanzar los 10 centímetros de longitud mientras que las hembra los sobrepasan, pudiendo llegar a los 13.
Su cuerpo es robusto y fuerte; alcanzando un peso entre los 20 y 80 gramos.
Mientras que su cabeza es pequeña en comparación con su cuerpo, achatada y más ancha que larga, presentando un arco supraciliar; acabada con un corto y redondeado hocico.
Presentan un iris amarillo o rojizo con las pupilas de ranura horizontal, que los hace más llamativos, junto a diversos abultamientos que recubren su piel, semejantes a verrugas.
Éstas, de diversas formas y tamaños, le dan un aspecto rugosa a su piel, presentando diversas tonalidades (desde grisáceos, pardos hasta verdes). Su vientre es de color marrón claro.
Sus patas delanteras son cortas con 4 dedos y 2 tubérculos, mientras que las posteriores son más largas, con 5 dedos con pequeñas membranas entre ellos.
Se desplazan andando y dando pequeños saltos.
Suelen vivir de 10 a 12 años a lo largo de los cuales cambia numerosas veces de piel.
Sus larvas son pequeñas y negras que siempre se depositan en charcas y cursos de aguas tranquilas, pero permanentes, nunca estacionales.
Los huevos se van depositando en una especie de cordones negros de varios metros de longitud.
Su principales depredadores son las culebras, rapaces y mustélidos y presentan unas toxinas en su piel que hacen que muchos mamíferos no se alimenten de ellos, aunque otros, como la nutria, los despelleja antes de comérselos.
Cuando se sienten amenazados se hinchan de aire, inflando su cuerpo, alzándose, levantando las patas traseras y bajando la cabeza.
Se encuentran distribuidos por todas las provincias andaluzas, desde el nivel del mar hasta cotas que llegan a alcanzar los 2.500 metros.
Los podremos encontrar en aguas estancadas, charcas, albercas, balsas de riego o acequias, entre otras; siempre que sean de aguas permanentes y tranquilas.
Normalmente por las mañanas están ocultos saliendo a cazar al atardecer y al anochecer.