Accidente geográfico en el que la lengua de tierra entra dentro del mar, en este caso especialmente llamativo y espectacular dado el color rojizo de la roca volcánica que ha quedado al descubierto después de haber erosionado el material, también volcánico, pero mucho menos resistente que lo rodeaba.
A ambos lados, pero especialmente hacia el oeste, la línea costera forma unas estrechas pero alargadas calas, que toma nombre de Calas de Vela Blanca, poco visitadas, principalmente por estar compuestas de bolos, con poca zona para tumbarse y de difícil acceso si no es en barca o kayak.